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miércoles, 5 de enero de 2011

Sin nombre...

Indolencia

1. f. Incapacidad de conmoverse o sentirse afectado por algo
2. Insensibilidad, especialmente al dolor

Palabras exactas para definir lo que predomina en nuestra sociedad. Una comunidad a la que solo le queda el sustantivo como mero recordatorio de lo que alguna vez fue o de lo que alguna vez pretendió ser.

Es increíble observar como pasan niños pidiendo un pedazo de pan en el transporte público, como una persona con capacidades diferentes y en silla de ruedas lucha por subir una banqueta o como una persona mayor de edad intenta cruzar una avenida sin que uno solo de los muchos individuos que pasan a su lado tenga algo más que el descaro, si acaso, de voltear a verlos con un dejo de total y absoluto desinterés.

¿Qué acaso no es México un país predominantemente católico? Y dentro de los principios éticos y morales fundamentales de esta corriente religiosa, ¿no son acaso la compasión, la caridad, la misericordia, la conmiseración -e inclusive la lástima-, hacia el prójimo, características esenciales para sus practicantes?

Ayer mismo por la tarde me sentía indignado por tal abundancia de indolencia. Hasta que encontré los siguientes datos:

"En México, el 88% de la población se declara católica y el 39% asiste regularmente a Misa o siente que cumple con su fe. Sin embargo, sólo el 2% está comprometida en acciones que van más allá del cumplimiento, ya que la mayor parte de los católicos tienen un conocimiento muy superficial de los elementos fundamentales de su religión, doctrina, culto, principios éticos, vida interior, etc." -Datos de la Comisión Episcopal para el Diálogo Interreligioso y Comunión de la Conferencia del Episcopado Mexicano-.

Lo anterior explica perfectamente el hecho de que estas cosas sucedan en estas fechas. La sociedad, al menos la mayoría que se dice católica, es un compilado de gente que solo "finge", que se engañan a si mismos y que solo celebran estas fechas por pura conveniencia material.

En días pasados vimos a todo mundo correr para preparar los regalos y la cena del 24 de diciembre y de año nuevo. Vimos a todos comer hasta más no poder y a otros muchos beber hasta mas allá del exceso. Pero ¿a cuantos de estos individuos, y me refiero una vez más a la mayoría religiosa de este país, vimos dando un mendrugo de pan a un mendigo, una ayuda a quién lo necesitaba, una simple sonrisa a un niño de la calle o ya "de pérdida" dando gracias a su Dios en misa al día siguiente de la fiesta? Muy, muy pocos ¿verdad?, si lo recuerdan de los datos anteriores, si acaso fueron los del 2% que sienten "comprometidos" mas allá de la superficialidad de las cosas.

Hay una excusa muy sencilla para todos ellos : son simplemente malos creyentes, ovejas descarriadas y alejadas del rebaño. Pero y entonces, ¿cuál es la excusa de las demás religiones?, incluso ¿cuál es la excusa para tal comportamiento de la tan creciente, absurda y "pseudo-científica" población atea de este país? Una respuesta muy sencilla también: vivimos bajo la ley del "Si no me afecta, me vale madre".

Y todo lo anterior da como resultado una sociedad carente de los mas mínimos, básicos y elementales valores de convivencia social. Una comunidad podrida en todos sus escaños. ¿Y aún así nos sorprende que la situación del país estén tan mal?

Tal vez ya es demasiado tarde para pedir un deseo de año nuevo o para incluirlo como propósito en nuestra lista de año nuevo, inclusive tal vez es también inapropiado pedirlo como regalo en la carta a los reyes magos, pero ojalá este año nuevo pudiésemos ser una sociedad mas comprometida con la sociedad misma, menos indolentes con los que necesitan que les demos un poco de ayuda desinteresada; vaya, ¡que seamos una mejor sociedad!, tan solo un poco, algo que nos aleje del putrefacto entorno en el que nos encontramos sumidos en este momento y que nos absorbe y nos consume lo poco que aún tenemos de valores en nosotros.

Monster

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